Por: Krudemmon
@krudemmon
Foto: Arturo Lira
La lucha libre es tan real, que incluso se refleja en como ente vivo. Hay nacimientos, momentos de gloria, de drama y ciclos que se cumplen. Con la partida al otro mundo del Hijo del Perro Aguayo, queda vacante el trabajo como el mejor rudo de la época.
No es asunto menor, desde hace por lo menos 10 años, e incluso 15 para otros, el Perro Jr fue el gran maloso que estelarizaba las carteleras, no importa si eran en el Consejo Mundial de Lucha Libre, o Triple A o la Arena de la esquina de su casa.
El tema era que el Perro DEBÍA de ser estelar, ¿por qué?, porque aunque suene trillado, nadie como él para ser el rudo a vencer. Es muy fácil hablar (bien y mal) de quien ya no está con nosotros, pero el Perro Jr entendió como pocos a la lucha libre del Siglo XXI.
Al Hijo del Perro le criticaban que no sabía llavear, cuando el tema era que no quería hacerlo porque ese nunca fue su papel. Le criticaron no hacer otra cosa más que ganar con foules, increpar a los rivales, al público, a los que le llegamos a tomar fotos cerca del ring, al de las chelas, inclusive a lo inexplicable tras decir que Dios perdonaba pero los Perros no.
Aguayo Jr pudo ser mesurado, volar en mortales hacia atrás y terminar sus duelos con una palanca a las piernas ¡pero ese no era el Hijo del Perro Aguayo!, su forma tan “primitiva” de manifestarse sobre un ring le valió el ser una garantía de espectáculo en la función.
Lo del Perro Jr fue memorable; hay que imaginar que en más de 80 años de lucha libre en México, solo han existido un puñado de rudos inmortales. Sin demeritar el trabajo de ninguno de los profesionales de la mentada y rechifla, ser rudo de época es un honor que pocos podrán presumir.
Allá, por los década de los 50, un hombre norteño de poco peso fue capaz de revolucionar el arte de la rudeza. Rodolfo Galindo Ramírez, “El Cavernario Galindo”, era un, literal, salvaje del ring, las grandes glorias del Cavernario son todavía relatadas por aquellos próceres del arte de catch.
La lucha libre es tan real, que incluso se refleja en como ente vivo. Hay nacimientos, momentos de gloria, de drama y ciclos que se cumplen. Con la partida al otro mundo del Hijo del Perro Aguayo, queda vacante el trabajo como el mejor rudo de la época.
No es asunto menor, desde hace por lo menos 10 años, e incluso 15 para otros, el Perro Jr fue el gran maloso que estelarizaba las carteleras, no importa si eran en el Consejo Mundial de Lucha Libre, o Triple A o la Arena de la esquina de su casa.
El tema era que el Perro DEBÍA de ser estelar, ¿por qué?, porque aunque suene trillado, nadie como él para ser el rudo a vencer. Es muy fácil hablar (bien y mal) de quien ya no está con nosotros, pero el Perro Jr entendió como pocos a la lucha libre del Siglo XXI.
Al Hijo del Perro le criticaban que no sabía llavear, cuando el tema era que no quería hacerlo porque ese nunca fue su papel. Le criticaron no hacer otra cosa más que ganar con foules, increpar a los rivales, al público, a los que le llegamos a tomar fotos cerca del ring, al de las chelas, inclusive a lo inexplicable tras decir que Dios perdonaba pero los Perros no.
Aguayo Jr pudo ser mesurado, volar en mortales hacia atrás y terminar sus duelos con una palanca a las piernas ¡pero ese no era el Hijo del Perro Aguayo!, su forma tan “primitiva” de manifestarse sobre un ring le valió el ser una garantía de espectáculo en la función.
Lo del Perro Jr fue memorable; hay que imaginar que en más de 80 años de lucha libre en México, solo han existido un puñado de rudos inmortales. Sin demeritar el trabajo de ninguno de los profesionales de la mentada y rechifla, ser rudo de época es un honor que pocos podrán presumir.
Allá, por los década de los 50, un hombre norteño de poco peso fue capaz de revolucionar el arte de la rudeza. Rodolfo Galindo Ramírez, “El Cavernario Galindo”, era un, literal, salvaje del ring, las grandes glorias del Cavernario son todavía relatadas por aquellos próceres del arte de catch.
Después de Galindo, un portentoso Dr Wagner Sr se levantaría como el gran maloso de la época, algo nada fácil en un tiempo con grandes nombres como Sangre Chicana o el Satánico, que también dejaron su aporte al gremio de los malvados.
Carmelo Reyes “100 Caras”, es otro de los hombres que se instalaron como rudos de abolengo, Fuerza Guerrera subió a un pedestal que tiene que reconocerse al igual que el Pirata Morgan. al igual que el Pirata Morganl. Después, Abismo Negro tuvo en su máscara y desenvolvimiento a un personaje inigualable.
Hay otros gladiadores que también se desenvuelven bien como rudos, tal es el caso del Último Guerrero, Cibernético o el Volador Jr, incluso Dr Wagner Jr y L.A Park, aunque estos últimos manejan un estilo libre de “ataduras” a una facción.
Entonces ¿Quién quiere ser el próximo rudo de época?, Pentagón Jr, el último alumno de Pedro Jr ya levantó la mano para tratar de llenar las botas peludas. Rush todavía busca ser ese referente en el CMLL y entre los independientes, el Hijo de Fishman es un joven con buena presencia y fiereza en el ring; o quizá el espacio está destinado para alguien, quien en estos momentos tiene un póster del Hijo del Perro en su puerta y una maleta llena de ilusiones en sus manos.
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